Madera apreciada por la carpintería |
“Allá
dentro, en el monte,
donde
la luz acaba,
allá en
el monte adentro,
ácana.
Ay,
ácana con ácana,
con
ácana;
ay,
ácana con ácana,.
El
horcón de mi casa”.
Son
estos versos del Poeta Nacional de Cuba, nuestro Nicolás Guillén. Justo nacido
en la tierra de el Camagüey, provincia
donde abunda esta especie vegetal de interesantes cualidades y marcada
utilidad práctica.
Se
trata de un árbol de gran porte, corpulento y coposo que llega a 30 metros o
más de altura; se propaga de semilla en tierras profundas, negras o bermejas.
Se parece mucho al sapote (mamey colorado) por el follaje y por sus frutos, que
son comestibles, pero más pequeño que este o el níspero. Florece de abril a
mayo. Su madera es una de las mejores de Cuba, incorruptible, de uniforme color
rojo vino.
Hay
quienes lo conocen también por jácana, hácana, Lucuma multiflora, balatá o
sapodilla. El uso más frecuente es para la fabricación de horcones de viviendas y otras edificaciones
rústicas, tirantes, traviesas de ferrocarril y en construcciones navales.
Según
los consejos de abuelos, los que nos han llegado por tradición de la farmacopea
popular, las hojas de ácana sirven para desinfectar las heridas; en tanto, la
resina reducida a polvo y aspirada contiene la hemorragia nasal. Al hervir la
corteza, hojas y las raíces el producto de la cocción puede emplearse en
la cura de los granos y enfermedades de
la piel.
En la
Quinta de los Molinos, inmueble perteneciente a la Oficina del Historiador de
la Ciudad, en pleno corazón de La Habana, puede encontrarse un árbol de ácana o
ácana blanca, Manilkarajaimiquissp.wrightiana, por su nombre científico, casi
bicentenario.
De
acuerdo a una placa situada a los pies del majestuoso ejemplar, fue trasladado
en 1839, desde el primer jardín botánico de la capital cubana, y en 1957 su
vida peligró durante la ampliación de la Avenida Carlos III, en la actualidad
Salvador Allende, pero gracias a los reclamos de los botánicos se logró su
preservación.
Por
último, agregar que en la religión Yoruba
el ácana le pertenece a Changó y Oggún,
deidades de origen africano y que para los católicos sincretiza con Santa
Bárbara el primero y con San Pedro,
San Pablo,
San Juan Bautista, San Miguel Arcángel y San Rafael Arcángel , el segundo.
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