Por Orfilio Peláez
El archipiélago cubano clasifica entre los territorios
insulares con mayor diversidad de plantas y nivel de endemismo en el Caribe y
el mundo.
Al atesorar una flora estimada en al- rededor de 7 000 a 7
500 especies, de las cuales cerca del 53 % son exclusivas de nuestro país, el
archipiélago cubano clasifica entre los territorios insulares con mayor
diversidad de plantas y nivel de endemismo en el Caribe y el mundo.
Pero como muestra la Lista Roja de la Flora de Cuba 2016,
elaborada por un colectivo de científicos pertenecientes al Jardín Botánico
Nacional de la Universidad de La Habana, el Instituto de Ecología y Sistemática
del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), el Centro
Nacional de Áreas Protegidas, la Universidad British Columbia, en Canadá, y el
Jardín Botánico de Holguín, aproximadamente la mitad de las 4 627 especies
vegetales evaluadas en la referida pesquisa se encuentran en peligro de
extinción.
Las causas principales de tan preocupante escenario obedecen
en gran medida al impacto de diferentes actividades humanas, donde resaltan la
deforestación, la ganadería, la agricultura y la presencia de especies exóticas
invasoras.
Sobre la última de las amenazas mencionadas, la doctora
Ramona Oviedo Prieto, investigadora del Instituto de Ecología y Sistemática y
una de las cien- tíficas cubanas más avezadas en el tema, precisó a Granma que dicho término agrupa a
las plantas exóticas naturaliza- das introducidas de manera intencional o
involuntaria por el hombre, las cuales se han adaptado al medio y son capaces
de reproducirse con abundancia y elevada capacidad de dispersión, más allá de
los límites del lugar en las que fueron plantadas originalmente.
Como aseveró la especialista, tienen el inconveniente de
afectar la diversidad biológica, en particular la flora endémica y las
funciones ecosistemáticas, además de modificar el paisaje y los
rendimientos agrícolas y forestales.
Igualmente, pueden influir de manera desfavorable en la
calidad del suelo y el agua. Algunas de ellas llegan, incluso, a transmitir
enfermedades al hombre, acotó.
Según los resultados de proyectos investigativos ejecutados
en varias etapas durante la presente centuria por un grupo de entidades
científicas bajo la dirección de la doctora Ramona Oviedo, miembros de su
equipo de trabajo y colaboradores, hasta 2015 habían sido identificadas en Cuba
un total de 323 especies de plantas exóticas invasoras.
Asimismo, se logró definir cuáles eran las cien más
agresivas para nuestro archipiélago, a partir de la magnitud de los perjuicios
que ocasionan en la biota nativa y disímiles actividades productivas, junto con
los niveles de extensión alcanzados a lo largo del país.
Dicha lista es encabezada por el marabú e incluye, también,
a la casuarina o pino de Australia, pomarrosa, aroma, leucaena-ipil-ipil,
tulipán africano y el cayeput o melaleuca, todas en el entorno terrestre. En
relación con el medio acuático, figuran dentro de la mencionada enumeración la
lechuguilla, el Jacinto de agua o malangueta, y el miriofilum.
UNA REVISIÓN NECESARIA
Tomando en cuenta la importancia de monitorear de manera
permanente el comportamiento de este problema ambiental, el Grupo de Trabajo
del Herbario Nacional, adscrito al Instituto de Ecología y Sistemática del
Citma, trabaja en la actualización del Inventario Nacional de plantas invasoras
y potencialmente invasoras, haciendo énfasis en aquellas con mayor incidencia o
agresividad sobre los ecosistemas naturales, seminaturales y agropecuarios,
reconocidos por su diversidad biológica, valores paisajísticos y aportes
económicos.
Si bien esta ardua labor investigativa de continuidad aún no
ha finalizado en su totalidad, los resultados preliminares de la etapa
2015-2019 revelan 35 nuevos reportes de plantas exóticas invasoras y
potencialmente invasoras, de las cuales diez son de nueva presencia en la mayor
de las Antillas.
Otros aportes están relacionados con 25 posibles cambios en
la enunciada clasificación y la revisión de la lista de las más agresivas o con
mayor presencia en distintos ecosistemas y sus entornos, a fin de ratificar si
mantienen esa condición, o en caso contrario, hacer los ajustes requeridos para
modificar su estatus.
De acuerdo a lo expresado por la doctora Ramona Oviedo, la
recopilación de nuevas informaciones complementarias contribuirá a suplir los
vacíos de conocimientos que acerca de las ya inventariadas con anterioridad en
las pesquisas desarrolladas entre los años 2007-2011 y 2012-2014, todavía
perduran en aspectos vinculados a la distribución geográfica, ecosistemas que
dañan y mecanismos de dispersión y propagación.
La reconocida experta subrayó que en los últimos tiempos se
han detectado nuevos efectos perjudiciales asociados a las mismas, en varias
actividades agroindustriales.
«Uno de los más preocupantes tiene que ver con las
dificultades existentes en un número importante de cañavera- les para poder
realizar el corte mecanizado de la caña de azúcar, debido a los obstáculos
creados por la creciente invasión de especies leñosas, como el algarrobo de la
India, otras albizias y leucaenas».
Subrayó que con la participación de un grupo de
instituciones científicas, de gestión ambiental, docentes y productivas, hoy se
ejecutan un conjunto de acciones destinadas al mejor manejo y control de las
plantas invasoras más dañinas y expandidas.
Puso de ejemplo la experiencia piloto que, destinada a
recuperar la diversidad biológica, viene ejecutándose en los bosques limítrofes
de los humedales del sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque, a través de
la regeneración natural y la siembra de especies nativas, básicamente, mientras
se trabaja al mismo tiempo en reducir la presencia de varias plantas invasoras
asentadas en dicha zona, en particular la almendra, casuarina y leucaena.
Toda esta labor investigativa y sus resultados forman parte
del cumplimiento de los compromisos asumidos por Cuba con las Metas Nacionales
para la Diversidad Biológica 2016-2020, la Es- trategia Mundial para la
Conservación de Especies Vegetales 2011-2020, y
las Metas Aichi, además de tributar a la implementación de la Tarea Vida
(Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático). (Tomado del
periódico Granma)
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