Resaltan las flores de intenso color amarillo |
Entre
las múltiples iniciativas introducidas por el Doctor en Ciencias Adolfo
Rodríguez Nodals, mientras estuvo al frente del Grupo Nacional de la
Agricultura Urbana y Suburbana en Cuba, fue sensibilizar a los productores para
el fomento de especies de plantas medicinales de poco o ningún conocimiento por
la medicina natural en la Mayor de las Antillas.
Recuerdo
que durante sus sistemáticos recorridos por la provincia de Cienfuegos, le oí
argumentar al destacado científico las bondades de una planta conocido en el
mundo de la botánica por árnica. Además de los conocimientos que adquirí de la
misma por las explicaciones del también director del Instituto Nacional de
Investigaciones Fundamentales de la Agricultura Tropical, Inifat por su siglas,
la curiosidad me picó para indagando por mi cuenta.
De la
naturaleza, su regalo
La
mayoría de la bibliografía consultada coincide en la utilidad del árnica de
montaña (árnica montana) para el tratamiento de afecciones a consecuencia de
contusiones, chichones, hematomas, esguinces y dolores musculares. Además, calma el dolor y mejora la debilidad
muscular y nerviosa y evita las infecciones.
El poder analgésico, antinflamatorio y antibacteriano de la planta -de la familia de las
asteráceas- según algunos investigadores
se debe a los flavonoides que posee
(astragalósidos, quercetol eglucogalacturónido e isoquercitrócido). Sin
embargo, otros lo atribuyen a sus principios amargos: las lactonassesquiterpénicas
(Helenanina y diihidrohelenanina), aunque existen puntos de contactos en que el
contenido en ácido cafeico o ácido clorogénico podría influir también.
De
cualquier manera, lo cierto es que estos
últimos principios poseen propiedades rubefacientes, y al restregarse el
producto sobre la parte dolorida, ésta
experimenta un aumento de calor y enrojecimiento de la piel por la
acumulación de sangre en el lugar. Tal fenómeno hace que desaparezcan o no
salgan los morados.
Ahora
bien, es bueno aclarar que podría resultar adverso para pieles delicadas y
hasta ocasionar lesiones por reacción o
alergia, manifiesta en dermatitis o ampollas de agua.
El
árnica puede tener varias formas para su uso. Una de las más comunes es el
líquido resultante de una cucharada de
la planta seca por taza de agua y luego aplicar con un trapo limpio mojado de
ese menjunje en la zona afectada. En farmacias se consigue en aceite, ungüento
y crema. En cualquiera de ellas
puede frotarse la parte dañada dos a
tres veces por día.
Pero,
mucho ojo. Se sabe que esta planta es segura cuando se usa de la forma
recomendada. Sin embargo, nunca debe
aplicarse sobre heridas abiertas o en áreas donde la piel no está presente. Evitar utilizarse
internamente a no ser en remedios homeopáticos que por su propia naturaleza son
extremadamente diluidos.
Sepa
que en Europa, de donde es originaria, era conocida hace mucho tiempo y su fama
se debía a sus beneficios, sobre todo para aliviar el dolor muscular,
torceduras y magulladuras. Incluso, antiguamente en algunas regiones era empleada
erróneamente para combatir el catarro, la bronquitis, tos y dolor de garganta.
Luego,
con el tiempo, se comprobó que de esa forma podía producir efectos indeseados
como la arritmia cardíaca, fuerte irritación en el tracto digestivo y toxicidad
en el sistema nervioso.
De la
sapiencia popular
Como
dato curioso les diré que el nombre del género
se deriva del griego arna, "cordero", en referencia a las
hojas suaves y peludas. También en el argot popular se le conocía por “tabaco
de montaña”, pues los habitantes en este paraje fumaban las hojas secas contra
enfermedades respiratorias, especialmente la bronquitis y la tos, aunque este
uso muchas veces irritaba las mucosas.
A
continuación le proponemos algunas dolencias que pueden ser tratadas con este
género de la medicina natural y tradicional, según un sitio web:
Pies
adoloridos y cansados: Agregar algunas gotas del tinte de árnica en un balde que contenga agua caliente y luego
introducir los pies en dicha preparación
Curar
golpes y reumatismo: Aplicar paños del cocimiento de 2,5 gramos de raíz y hojas
de árnica para medio litro de agua. Otra
alternativa es friccionar la parte afectada con paños que contengan la tintura
de árnica.
Si se
desea elaborar la tintura, se debe macerar 20 gr de flores secas en 80 gr de
alcohol de 90° (una alternativa podría ser una pinta de brandy, ginebra o
vodka). El alcohol debe ser bastante
para cubrir las flores. Luego, se filtra
y se almacena en una botella de cristal oscura firmemente capsulada durante 9
días. Sacudir la mezcla varias veces
cada día. Después de ese período de
tiempo, se añade la tintura en gotas a los ungüentos destinados a masajes
locales (traumas, hematomas, dolores reumáticos y musculares).
Neuralgias:
Diluir 1 cucharada de tintura de árnica en 5 cucharadas de agua y frotar las
zonas doloridas con la solución. Repetir esta operación varias veces al día.
El
lumbago: Diluir tintura de árnica
diluida (1 cucharada en 5 cucharadas de agua), puesto que el árnica posee un
efecto analgésico y antiespasmódico y evita eventuales procesos inflamatorios.
Várices:
Friccionar con suavidad la piernas con tintura de árnica diluida. Se añade una
cucharada de tintura de árnica a medio litro de agua.
Las
envolturas se aplicarán varias veces al día sobre la zona afectada, y, después
de curar la inflamación, friccionar la zona de la inflamación durante varias
semanas con tintura de árnica diluida.
Las úlceras de la pierna también pueden tratarse con envolturas de
árnica.
Hemorroides
con árnica: Diluir 1 cucharada de árnica en 5 cucharadas de agua y con ayuda de
una bolita de algodón empapada con esta preparación aplicar sobre el área de
las hemorroides. Si tiene la posibilidad de realizar un baño de asiento, mucho
mejor. En este caso, diluir 2 cucharadas de la tintura en 2 litros de agua
tibia y agregar al baño de asiento.
Remedio
para la amigdalitis con árnica: Agregar de 5 a 10 gotas de árnica a un vaso de
agua tibia y proceder a realizar gargarismos profundos y prolongados.
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