CCuando alguno de los chiquillos del barrio, y hasta
mayores, sufríamos de la llamada tos seca o catarral, recuerdo a mi abuela preparar
un cocimiento a base de cáscaras de cebolla. No se a ciencia cierta si aquello
tenía un fundamento científico o alguna la explicación de su uso, pero lo
cierto era que cesaba en poco tiempo la persistencia del acceso.
Con el tiempo supe que además de un condimento imprescindible en la cocina, las cáscaras del preciado bulbo tienen múltiples aplicaciones prácticas en la vida cotidiana de los mortales que habitamos el planeta Tierra, muchas de las cuales desconocemos.