jueves, 24 de enero de 2013

Una hierba dulce llamada anís ( I Parte)

Flor del anís
El escritor griego Plinio hablaba de una planta que al colocarla al lado de la cama era capaz de tranquilizar a las personas para conciliar el sueño. Se refería al anís, cuyo nombre científico es Pimpinella anisum L,  uno de los aromáticos más antiguos que menciona la literatura y muy estimada por sus propiedades medicinales y el uso en la repostería, culinaria y la fabricación de perfumes, jabones y cosmético.

Esta es una hierba perenne, de la familia de las umbelíferas, de unos cincuenta centímetros de alto. Procede del este de Europa en la zona que comprende actualmente Oriente Medio, Turquía, Egipto, Grecia y las islas griegas, donde crece silvestre. Es la semilla la parte más útil desde el punto de vista del consumo humano.


Como dato curioso, actualmente se cultiva en muchas regiones cálidas del mundo, aunque resulta muy difícil naturalizarse fuera de su lugar de origen y solamente se logra a partir de semillas plantadas en el mes de abril  Entre los principales productores del mundo se encuentra Turquía, China, India, México, España y Alemania. El anís de mejor calidad se produce en España.

La primera referencia histórica aparece en el año 1550 A.C en los famosos papiros egipcios de Ebbers, que pueden considerarse como uno de los primeros tratados de plantas medicinales.

Según la bibliografía consultada,  era habitual el uso del anís en la cultura griega y romana. Aparece en De Materia Medica del griego Dioscórides. Se habla de la importancia de masticar sus frutos para quitar el mal aliento. Con harina y anís los romanos elaboraban un pan especial que se conocía con el nombre de " mustaceum" y que utilizaban al final de las comidas para facilitar la digestión.

Además de alimento, lo utilizaban habitualmente para multitud de aplicaciones, como, por ejemplo, de sedante para disminuir los nervios, en el tratamiento de la epilepsia, mejorar la digestión o en caso de inapetencia.

La importancia llegó a ser tan grande que en un momento determinado de la historia de algunos pueblos lo utilizaban  de  moneda de cambio. El empleo medicinal fue aumentando, de manera que, a partir del siglo XV o XVI  la mayoría de los médicos naturistas lo recomendaban y era común su consumo y uso por la población en general. Incluso en esta época llegó a utilizarse como cebo para cazar los ratones, debido a que el aroma atraía estos roedores. (continuará).




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