lunes, 9 de noviembre de 2015

Ese superalimento llamado ajo (II parte)



Además de las propiedades medicinales, y culinarias del ajo, también se le atribuyen poderes esotéricos. Recuerdo que de niño oía decir a los mayores que si alguien quería descomponer algún número de trapecio o magia en los tantos circos que visitaban los pueblos de campo, solo tenía que llevar  en el bolsillo algún bulbo de esa planta.

Por supuesto, tales supersticiones no tenían ningún fundamento, y no me consta que algo les saliera mal a los artistas circenses de las muchas funciones que disfruté.


Lo que sí está demostrado científicamente son los enormes beneficios que le reporta esta especie, de la familia Allium, al hombre. No por gusto se ha granjeado el nombre de superalimento, debido a los nutrientes que le aporta al organismo humano, además del agradable sabor a las comidas.

Entre las múltiples ventajas de su consumo está el hecho de que los suplementos de ajo parecen reducir el colesterol total y LDL, sobre todo en aquellas personas con colesterol alto. Por el contrario, no se observan cambios en los niveles de colesterol HDL y triglicéridos.

En otro orden, diversos estudios en seres humanos han demostrado que esos propios suplementos  tienen un impacto significativo cuando se trata de reducir la presión sanguínea en personas con hipertensión. Tal es así que en un estudio en concreto, el extracto de ajo envejecido en dosis de 600-1500 mg fue tan eficaz como el medicamento Atenolol a la hora de reducir la presión sanguínea durante un periodo de 24 semanas.

Entonces, estamos en presencia de un gran benefactor de la salud si se tiene en cuenta que las enfermedades cardiovasculares, como los infartos o los derrames cerebrales, son las que más muertes causan en el mundo. No olvidar que una de las causas más importantes de esos accidentes está asociada a la presión sanguínea elevada. (continuará)



 



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