martes, 15 de diciembre de 2015

Antioxidante por excelencia, la grosella (I parte)

Llama la atención los frutos en ramilletes
Entre los tantos regalos que la naturaleza le ofrece al hombre la grosella goza de un lugar privilegiado por los múltiples beneficios, tanto en el orden nutricional, como en la prevención y cura de enfermedades.

Estamos hablando del fruto de un arbusto originario de Europa y Asia (grosellero) de hasta 2 metros de altura, de la familia de las Saxifragáceas, plantas herbáceas y leñosas que crecen espontáneas en regiones templadas y frías.


Las grosellas (tanto las negras como las  rojas, aunque también podemos encontrarnos con variedades blancas) son un manjar ciertamente delicioso, que podemos disfrutar sobre todo durante los meses de agosto y septiembre.

Aunque las propiedades nutricionales varían en función de si nos encontramos ante el color, como regla general nos encontramos ante una fruta baja tanto en grasas como en calorías, de forma que su consumo se aconseja en dietas equilibradas, y también en dietas de pérdida de peso.

En alusión  a los diferentes nutrientes esenciales presentes en ellas, destacan por su altísimo contenido en fibra ) lo que mejora el tránsito intestinal), vitaminas (provitamina A, vitamina C y E) y minerales (como el hierro, potasio y magnesio), taninos de acción astringente y de diversos ácidos orgánicos.

Las grosellas rojas, Ribes rubrum por su nombre científico, son ligeramente más ácidas que su pariente negras, y se cultiva principalmente para producir mermeladas y platos cocinados, en lugar de consumirse fresca. En Escandinavia se suele emplear en la elaboración de sopas y postres de verano, y en Alemania, Polonia y los Países Bajos la usan en diversos rellenos para tartas.

Aclarar que la grosella blanca es una variedad de la misma especie, Ribes rubrum. A pesar de su menor acidez y su carencia de color, no es una especie aparte.

Lo que en realidad caracteriza a estas frutas es su abundancia de pigmentos naturales (antocianos y carotenoides) de acción antioxidante. En la alimentación humana, este tipo de frutas constituyen una de las fuentes más importantes de antocianos, que les confieren su color característico y que están junto con ácidos orgánicos tales como el ácido oxálico o el ácido málico, responsables también de su sabor. (continuará)


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