lunes, 13 de febrero de 2017

Las flores y la sexualidad (I Parte)

Las flores poseen un lenguaje especial
Cuenta el magnífico fotógrafo japonés Kon Sasaki que al acercar el indiscreto objetivo de su cámara a una flor la dejó al desnudo y ante su mirada profesional y perspicaz se desplegaron las más insólitas estampas. Imágenes sorprendentes a semejanza de los órganos de reproducción que develaban todo el delicado erotismo de su mundo interior.

Sin embargo, el experto nipón en instantáneas sostenía que ese milagro de la naturaleza no podía quedarse sólo con el “delicado erotismo de sus formas” y más allá del aspecto externo  estaban los contenidos, que en las flores son sus vibraciones, su energía y su capacidad de armonizar y autorregular los estados de ánimo y actitudes, patrones estos de toda disfunción psíquica y física.


Luego, en su análisis basado en la holística y totalizadora, la terapéutica floral, como técnica, cubre todo el espectro de la vida humana; por eso, para tener en cuenta una apreciación de las propiedades en relación con la sexualidad debemos comenzar por el momento de la concepción y acompañar al ser humano a través de las etapas biológicas y sociales.

Podemos decir que: “Los elixires florales, en tanto que armonizadores, son la base estructural de la medicina preventiva.

Los estudiosos de la materia aseguran que cuando el ser humano pisó por primera vez el planeta Tierra para desarrollar su cuerpo físico, las plantas ya estaban en el completo desarrollo de su evolución. Más antiguas entonces que la humanidad, las flores llevan casi veinticinco millones de años adornando el planeta.

Cuando el hombre comenzó a valorar el papel estético de la flor le atribuyó poderes mágicos y fetichistas como lo muestra el arte sobreviviente, joyería, manualidades, literatura. Como símbolo representaron al amor, la amistad, las fiestas, las estaciones.

Por tanto, las flores han sido, son y serán arquetipos vivientes, mensajeros espirituales en la naturaleza. Y no solo a tenor de la poética que estimula el alma, si no las percepción de los sentidos cuando  en su conjunción armoniza los sentidos de la vista, el tacto y el olfato a través de formas, colores y fragancia.(continuará)



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