lunes, 4 de febrero de 2019

Chaya, arbusto prodigioso de los mayas


Las hojas tienen una forma peculiar

Cuentan que los mayas, entre sus muchos tesoros naturales, le tenían gran aprecio a una planta robusta, de hojas  perennes, largas y pecioladas, compuestas por cinco picos y látex fecundo. En esa lengua nativa era conocida como chay y consumida desde tiempos precolombinos por ese pueblo, en mezcla con maíz y semillas de calabaza, en forma de tamal. Por tanto, constituyó un alimento primordial para ellos, con un pretendido equilibrio nutricional y medicinal al mismo tiempo.


La chaya, nombre común de la Cnidoscolus chayamansa y Cnidoscolus aconitifolius, de la familia de las Euforbiácea,  contienen una notable cantidad de vitaminas, sales minerales, oligoelementos y enzimas por lo que le proporciona enormes ventajas al organismo humano. Se trata de importantes sustancias que forman un fitocomplejo, y actúa favorablemente sobre múltiples dolencias, cuya ingestión no produce efectos negativos.

Entre los múltiples beneficios del también conocido por árbol espinaca se cuenta la regulación de la presión arterial, mejora la circulación sanguínea, desinflama las venas y hemorroides. También baja el nivel de colesterol y ácido úrico.

Muchos de los estudiosos aseguran que su consumo aumenta la retención de calcio, enriqueciendo así la masa ósea, principalmente en niños y adolescentes, en los que, además, contribuye al crecimiento y desarrollo de todo el sistema osteomuscular.

Otros especialistas sostienen  que facilita la digestión, y combate el estreñimiento, ayuda a la expulsión de orina y de la leche materna. Además se le asocian  otras propiedades medicinales y preventivas tales como la  normalización de numerosas funciones del organismo, previene la anemia, mejora la memoria y las funciones del cerebro, y combate la artritis y la diabetes. Previene la tos, al tiempo de descongestiona y desinfecta los pulmones.

Para distinguirla en la floresta  debe tenerse en cuenta que estamos hablando de un árbol pequeño y de muy hermosa apariencia, originario de México y Guatemala en donde se le conoce y cultiva desde tiempos precolombinos, de copa esférica y de follaje muy denso que brilla intensamente bajo la luz del sol. Sus hojas son grandes, del tamaño de una mano adulta extendida, y presentan 5 lóbulos muy prominentes. Todas las partes de la planta poseen una savia blanca, espesa y muy pegajosa.

Alimento milenario

Según las fuentes consultadas, la cocina tradicional mexicana utiliza las hojas tiernas de la chaya de disímiles formas: ensaladas, guiso, sopas, infusiones y hasta refresco. En esta última modalidad agregue 1 litro de agua, 3 hojas grandes de la planta remojadas en agua durante 24 horas, el jugo de un limón grande y azúcar o edulcorante favorito. Licúe todo a máxima velocidad y sirva con bastante hielo frapé
.
Otras recetas en el país azteca aconsejan utilizar esa misma parte del arbusto acompañadas con tortillas de maíz, huevos, queso y frijol de soya. En tanto, en Ecuador es común emplear el extracto para té que, de acuerdo a algunos criterios  proporciona una pronta recuperación de energías con efectos desestresantes, dado su rico contenido de vitaminas A y B, así como por la presencia de fósforo, calcio, hierro y proteínas.

Algunos consejos prácticos señalan que el cocinarla -nunca menos en un hervor de diez minutos en recipiente que no sean de aluminio- es esencial antes de consumirla, para hacer inactivos los componentes tóxicos; en esto la chaya es similar a la mandioca, que también contiene los glucósidos cianhídricos tóxicos y debe ser cocida antes de comerla.

Sin embargo, también esta herencia legada por los mayas tiene otras utilidades para el hombre. Además del valor ornamental, puede usarse como forraje, pues sus hojas poseen un alto valor nutritivo para suministrar a animales domésticos como cabras, gallinas, conejos, cerdos e iguanas.

De la farmacopea popular cubana

Como dato curioso decirles que en algunas regiones de Cuba popularmente a este prodigio natural se la conoce por “salvahombre”. Existe la creencia de que sus hojas hervidas y usada como agua común, produce un efecto curativo para afecciones en la próstata, entre ellos su desinflamación.

Por su parte, un estudio del USDA en Puerto Rico informó que se podría obtener unas producciones de hortaliza más altas con la chaya que con cualquier otra hortaliza que habían estudiado. En otro estudio de las hojas de la chaya, se vio que contenían cantidades substancialmente mayores de nutrientes que los que contienen las hojas de las espinacas.

Su cultivo

El chaya es fácil de cultivar en climas suaves a cálidos, arbusto muy robusto, y sufre pocos daños por los insectos. Es tolerante de las lluvias fuertes y tiene tolerancia a la sequía. La planta se propaga por estacas leñosas de unos diez centímetros, pues las semillas se producen muy raramente.

El crecimiento inicial es lento como lento es también el desarrollo de las raíces de las estacas nuevamente plantadas, así pues las hojas no se deben cosechar hasta el segundo año. Las hojas de la chaya se pueden cosechar continuamente siempre y cuando no más del 50% de las hojas sean cosechadas. Se precisa dejar bastantes hojas para garantizar un crecimiento vegetal sano.







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