BBC Mundo
Londres - Ya se sabía que el ruido afecta el canto de las aves, pero también tiene un impacto negativo en las plantas, según un nuevo estudio.Científicos en Estados Unidos encontraron que los ruidos asociados a actividades industriales perturban el comportamiento de animales que tienen un rol clave en la polinización y la dispersión de semillas.
El aumento de decibeles debido a la acción humana podría estar modificando lentamente algunos ecosistemas y afectando especialmente a los árboles.
Los científicos, del Centro Nacional de Síntesis Evolutiva en Carolina del Norte, NEScent por sus siglas en inglés, investigaron el impacto del ruido en un hábitat conocido como Rattlesnake Canyon Habitat Management Area (RCHMA), en el estado de Nuevo México.
El sitio es ideal para evaluar los efectos del ruido en la fauna, ya que se trata de un área con cobertura de bosque y al mismo tiempo con pozos de explotación de gas natural.Las características del lugar permiten aislar el impacto del ruido de otros posibles factores negativos como las luces artificiales.
Picaflores sensibles
Estudios anteriores ya habían determinado que el ruido en los centros urbanos lleva a las aves a cantar a una frecuencia más alta para que sus llamados puedan ser oídos por otras aves.El experimento de NEScent se realizó en dos fases. En una primera instancia, los investigadores estudiaron los efectos en las aves, “que son especialmente sensibles a la contaminación acústica ya que dependen de una comunicación eficiente para sobrevivir”, señala el estudio.
Los científicos colocaron flores artificiales con tubos de néctar en áreas ruidosas y en áreas tranquilas, para medir exactamente la cantidad de líquido consumido por picaflores o colibríes.
El ruido industrial causó un aumento en la actividad de las aves. Una especie en particular (Archilochus alexandri) visitó cinco veces más flores en sitios ruidosos que en áreas más silenciosas.
Clinton Francis, autor principal del estudio, cree que los picaflores prefieren los lugares ruidosos porque otras aves que atacan sus nidos, como los arrendajos azules, tienden a evitar esos lugares.
Los arrendajos azules recogen y entierran cientos de semillas de árboles, pero no se acercan a sitios ruidosos.
En una segunda fase del experimento, los investigadores evaluaron el impacto del ruido en uno de los árboles más comunes del lugar, una especie de pino piñonero denominado Pinus edulis.
Los científicos esparcieron conos debajo de 120 árboles en áreas ruidosas y tranquilas y utilizaron una cámara sensible al movimiento para registrar los animales que buscaban semillas.Varios animales visitaron el lugar durante tres días, incluyendo ratones, ardillas, aves y conejos.
Los ratones prefirieron los sitios más ruidosos, pero los arrendajos azules o urracas azules (Cyanocitta cristata) ni siquiera se acercaron a ellos. Esto es muy preocupante, según los científicos.
Las semillas ingeridas por los ratones no sobreviven al pasaje por el aparato digestivo del animal, de forma que un aumento en la población de ratones se traducirá en una menor germinación de semillas.
Los arrendajos azules cumplen un papel fundamental en la dispersión de semillas de árboles. Un ave puede recoger cientos o incluso miles de semillas y enterrarlas para comer posteriormente. Algunas de esas semillas eventualmente logran germinar.
En el caso del experimento, el número de arbolitos fue cuatro veces menor en las áreas ruidosas que en las más tranquilas.“Esto significa que podrá reducirse el numero de árboles en áreas más ruidosas, pero esto podría haber pasado desapercibido durante muchos años porque los piñones crecen muy lentamente”, explicó Francis.
“Y si hay menos piñones el hábitat dejará de ser favorable para los cientos de especies que dependen de estos árboles para sobrevivir”.
Los científicos señalan que “la contaminación acústica es cada vez mayor y la investigación demuestra que es preciso evaluar las consecuencias ecológicas de los cambios que los seres humanos están introduciendo en hábitats en todo el mundo”.
El estudio fue publicado en la revista de la Academia de Ciencias Británica, Proceedings of the Royal Society Biology.
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