viernes, 30 de marzo de 2012

Moringa o el árbol de la vida (II parte)

Flores de Moringa
Nativos de bosques tropicales del noreste de la India, país de origen,  han practicado ancestralmente el uso de las hojas molidas del árbol Moringa para integrar con vitaminas y proteínas la leche que beben lo niños. También su uso como base alimentaria fue extendido por muchos años en comunidades de África.

Numerosos estudios recientes, entre ellas los de Mark E. Olson, investigador del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dan cuenta de que se trata de una especie magnánima -género de la familia Moringaceae-, y sus beneficios pueden aprovecharse en varias regiones tropicales y subtropicales, donde crece de forma adecuada.

Si bien es una planta muy versátil por su uso, la principal utilidad de la Moringa es de complemento alimenticio. Todas las partes de la planta son comestibles. El contenido de proteínas, vitaminas y minerales es sobresaliente. Posee sabor  agradable y las diversas porciones se pueden consumir crudas (especialmente las hojas y flores) o cocinadas de diversas maneras.


En 25 gramos del follaje del árbol se logran obtener el 42 % de proteínas (tanto como el huevo), 125 % de Calcio (cuatro veces el de la leche), 61% de  Magnesio; 41% de Potasio (tres veces más que el plátano) y 71% de Hierro. En tanto, proporciona Vitamina A al 272% (cuatro veces más que la zanahoria)  y la C al 22% (siete veces más que la naranja).

Los frutos, o vainas verdes inmaduras, se consumen cocidos. Su sabor en este estado es como las judía verdes o habichuelas. De utilizarse ya maduras, deben sumergirse en agua hirviendo, con un poco de sal por algunos minutos. Se abre la vaina y se extraen las semillas ya listas para comer. El sabor es parecido al de los garbanzos. Incluso, de ingerirse tostadas resultan muy nutritivas.

Las hojas tiernas pueden prepararse  hervidas con aliños o en diversas salsas, también sirven para potajes y otros platos variados. Crudas, al igual que las flores en su forma natural, son deliciosas en ensaladas. El saborcillo de ambas es ligeramente picante, intermedio entre el berro y el rábano. Ese mismo gusto experimentan  las raíces de los árboles muy jóvenes, de cuyas características sobresale la tuberosidad. (continuará)


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