martes, 8 de mayo de 2012

La cebolla: Lágrimas por el paladar

Además de condimento tiene otros beneficios
La cebolla y el ajo constituyen los condimentos universales por excelencia. Sin embargo, ambos vegetales tienen propiedades que van más allá del exquisito gusto que le aportan a las comidas. El primero estimula el apetito y regulariza las funciones del estómago, es diurética, por lo tanto es un medio importante, como depurativo del organismo.

También es muy buena para todas las afecciones respiratorias, cuando tenemos tos, catarro, resfrío, gripe, bronquitis. Simplemente si nos preparamos el jugo de 1 cebolla junto con el zumo de 1 limón y 2 cucharadas de miel y lo tomamos caliente nos ayudará a recuperarnos.

 Debemos tener en cuenta que esta liliácea  cruda o cocida, o también su jugo, funcionan muy bien en caso de estreñimiento. Es un gran desinfectante, por lo tanto comerla sobre todo en su estado natural, nos ayuda a protegernos contra las enfermedades infecciosas.


 Otras de sus propiedades tienen que  con la  ayuda que nos brinda para  combatir la caspa y la caída del cabello. Para tales afecciones es recomendable friccionar  frecuentemente el cuero cabelludo con el extracto.

Entre las cualidades nutritivas vale señalar la presencia de vitaminas y sales minerales, azufre, fósforo, hierro, calcio, sodio y magnesio, entre otros. Se dice que para  aquellos que son diabéticos, incorporar la cebolla a su tratamiento es muy importante, pues entre las funciones está la depurar  la sangre mediante la eliminación de impurezas y eleva de esta forma las defensas.

Por último les sugerimos una receta que aparece en el Consejero de Medicina Natural, de la Editorial Latinoamericana. La misma es una fórmula sencilla para ayudarnos a limpiar y rejuvenecer nuestro cutis.

Extraer el jugo de una cebolla cruda y aplicarlo sobre el cutis, una o dos veces seguidas. Debe frotar en forma de masaje el líquido hasta que la piel lo absorba totalmente. Este procedimiento embellece nuestro rostro. No desaprovechemos esta oportunidad ya que es fácil, rápida, económica e inofensiva.

 Exista la creencia popular de que los actores, en aquellas escenas de carga muy dramática donde se precisa del llanto, acuden a un recurso tan sencillo como eficaz: el zumo de cebolla.

 Tal efecto queda explicado toda vez que esta planta contiene esencias volátiles sulfurosas, que le confieren el sabor picante característico. Una de estos elementos se disuelve con rapidez en agua y produce ácido sulfúrico; este puede formarse en la película lacrimal que recubre el ojo y por eso se llora al cortar el bulbo.

 La cebolla es una de las verduras más versátiles. Se puede consumir cruda en ensaladas, cocinada, preparada en diversas salmueras, pero sobre todo como condimento culinario. Deshidratada es empleada para aromatizar sopas y estofados. Su origen proviene de Asia, supuestamente de la zona comprendida entre Palestina y la India.

 Según la bibliografía científica no existe otro condimento, aparte del ajo, que sea más sano que este vegetal, ya cruda, frita o cocida. Es muy rica en vitamina C. Entre las propiedades medicinales, posee virtudes diuréticas y evita el estreñimiento, los cólicos nefríticos y alivia los síntomas del reumatismo, como también es desinfectante para heridas pequeñas.

 Para los que padecen de alopecia, buenas noticias. Según estudios, el zumo de la cebolla aplicado en forma de fricciones -tres o más veces al día- sobre el cuero cabelludo, ya sea con jugo fresco o tintura alcohólica, favorece la crecida del cabello y previene su caída.

  Aunque hay quienes prefieren degustarla en rebanadas naturales, acompañando cárnicos u otro alimento, en encurtido son muy sabrosas. Para lograr este plato solo tiene que elaborar una solución de salmuera -agua saturada de sal-  y agregarle  vinagre. Luego introduzca las cebollas, entre más tiernas mejor. Al cabo de unos 25 días ya estarán listas para comer.

 En Cuba las variedades más comunes son la llamada cebolla blanca, la morada y la de diente. A la propia familia de las Liláceas pertenecen también la cebolleta, el chalote, el cebollino y el puerro silvestre.

 No hay menú en la cocina cubana que pueda prescindir de este condimento. Por eso, una que otra lágrima cuando se este preparando un buen manjar, está más que justificada.


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