lunes, 11 de marzo de 2013

¿Comidas para el amor? (I Parte)

La mandrágora
Refiere  la mitología griega que Afrodita, diosa del amor, nació de la espuma del mar, después de que Cronos castrara a su padre y arrojara sus genitales a las aguas .Precisamente  el término afrodisíaco (sustancia que estimula o aumenta el apetito sexual) proviene de la relación con la deidad  helénica.

Mucho se ha discutido del efecto afrodisíaco de algunas comidas. Sin embargo, lo cierto es que la creencia está presente en todas las culturas. Las primeras referencias se encontraron en papiros que datan del año 2200 a.de C. Los  indios, por su parte, consideraban que el hombre podía aumentar el vigor sexual mediante alimentos energéticos como la miel y la leche.

En la propia Biblia (Antiguo Testamento - Génesis 30:14,15) se menciona la mandrágora como planta afrodisíaca cuando Rubens se la ofreció a Raquel, para que junto con Jacob concibiera a su quinto hijo. En la medicina tradicional china también se usaban hierbas, como la raíz del ginseng, con el mismo fin.  Por su parte, los árabes se inclinaban más por los perfumes y fragancias para elevar el placer carnal.


También ha existido una tendencia a considerar como afrodisíaco todo alimento novedoso o exótico. Así, los españoles creyeron que los tomates y las papas tenían esas propiedades al toparse con ellos durante el descubrimiento de América, cuando el despertar del morbo se debía más bien a la falta de contacto sexual y a la carencia de mujeres. Lo cierto es que muchas de esos efectos mágicos en la antigüedad debieron su fama a la superstición y a la ignorancia.

En nuestros días sigue discutiéndose el valor de esas propiedades. Se cuestiona si el resultado real en una situación concreta se debe a la acción de un producto, sin contenido farmacológico alguno,  o lo que funciona es la autosugestión.

Sin embargo, un hecho probado científicamente está en que  las feromonas (señal de comunicación que se emite de un ser vivo a otro a través del olor) son afrodisíacos químicos naturales por excelencia. Se emiten junto a las secreciones externas, producidas por la piel y las mucosas y son captadas por nuestro cerebro a través del  olfato y el gusto, actuando como una señal sexual. (continuará).

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