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jueves, 14 de marzo de 2013

¿Comida para el amor? (II parte)

El ginseng está entre los afrodisíacos
Según la creencia popular, de acuerdo con la cultura de que se trate, existen afrodisíacos tanto de origen animal como vegetal. Entre los primeros son famosos las ostras, langostinos, anguila y hasta el cuerno de rinoceronte, la aleta de tiburón y el cerebro de los monos, entre otros platos.

Del mundo de las plantas, se le atribuyen esas propiedades al apio, ajos, jenjibre, ginseng, canela, azafrán, nuez moscada, y otras menos conocidas. En tanto, de los aceites esenciales y perfumes clasifican el jazmín, el sándalo, la canela y la vainilla.

En casi todas las especies mencionadas, está la presencia de la vitamina E, que según estudios realizados incrementa la producción hormonal y tiene en general un efecto favorable sobre la vida sexual. Este elemento vitamínico, además, posee un poder antioxidante e interviene en el metabolismo del hígado, en la formación del tejido muscular, en la maduración del espermatozoide y en  la formación del óvulo.

lunes, 11 de marzo de 2013

¿Comidas para el amor? (I Parte)

La mandrágora
Refiere  la mitología griega que Afrodita, diosa del amor, nació de la espuma del mar, después de que Cronos castrara a su padre y arrojara sus genitales a las aguas .Precisamente  el término afrodisíaco (sustancia que estimula o aumenta el apetito sexual) proviene de la relación con la deidad  helénica.

Mucho se ha discutido del efecto afrodisíaco de algunas comidas. Sin embargo, lo cierto es que la creencia está presente en todas las culturas. Las primeras referencias se encontraron en papiros que datan del año 2200 a.de C. Los  indios, por su parte, consideraban que el hombre podía aumentar el vigor sexual mediante alimentos energéticos como la miel y la leche.

En la propia Biblia (Antiguo Testamento - Génesis 30:14,15) se menciona la mandrágora como planta afrodisíaca cuando Rubens se la ofreció a Raquel, para que junto con Jacob concibiera a su quinto hijo. En la medicina tradicional china también se usaban hierbas, como la raíz del ginseng, con el mismo fin.  Por su parte, los árabes se inclinaban más por los perfumes y fragancias para elevar el placer carnal.