lunes, 14 de abril de 2014

¡Ábrete, Sésamo! (II Parte y final)

Semillas de ajonjolí
El sésamo es originario de la India y de África, desde donde llegó a América transportada por los esclavos, quienes utilizaban sus semillas para espesar y dar sabor a gran variedad de platos. En los estados sureños de EE.UU. y en el Caribe, donde  fue introducido por   africanos, se lo conoce mayormente por su nombre en lengua Mandé: benne.

Son indiscutibles las propiedades alimenticias de las semillas del ajonjolí, como también se le conoce, ricas en proteínas y minerales. Además de los nutrientes  contienen, además, dos sustancias únicas: sesamina y sesamolina.Ambas han demostrado ayudar a bajar el colesterol, prevenir la hipertensión y proteger al hígado del daño oxidativo.


Desde el punto de vista medicinal, el sésamo alivia el dolor de la reumatoide, apoya la salud vascular y respiratoria, mejora la salud de los huesos, ayuda a prevenir las migrañas y contribuye  a bajar el colesterol malo, como ya se apuntó anteriormente

Por su lado, estudios científicos han demostrado  que se trata de un alimento de gran calidad, alcalinizante de la sangre, energético, mineralizante, reconstituyente muscular y nervioso, potenciador de la memoria y las facultades intelectuales, protector circulatorio y laxante. Indicado en estados carenciales como osteoporosis, debilidad ósea, pérdida del cabello, caries, encogimiento de las encías y debilidad pulmonar.

Asimismo se ha comprobado su utilidad frente a problemas nerviosos, a señalar, el agotamiento, estrés, pérdida de memoria, depresión, irritabilidad, insomnio. Es un excelente complemento nutritivo para personas sometidas a gran actividad mental o intelectual.

También ayuda a soportar exigencias físicas como son las prácticas deportivas, embarazo, lactancia o períodos de convalecencia. Como sumatoria de estas virtudes se explican sus tradicionalmente reconocidas características afrodisíacas, pues ayuda a mantener la capacidad sexual.

Actualmente, son de las semillas oleaginosas más utilizadas en la cocina y repostería internacional, sobre todo en la oriental. Se emplea frecuentemente  como una especia de acompañamiento de platos y como producto elaborado hay aceite de sésamo muy frecuente en el arte culinario asiático.

Hay muchas maneras de consumir las versátiles semillas de sésamo. Además de aprovechar sus magníficas propiedades, se puede disfrutar de su exquisito sabor, tanto en preparaciones saladas como dulces.

Si bien lo ideal es ingerir las semillas crudas, es muy difícil extraer su riqueza interna, pues se requeriría una excelente y meticulosa masticación. Por ello, es tan recomendado el popular gomasio, que se logra con un ligero tostado de las semillas, las cuales luego se muelen y se mezclan con sal marina.

Otra antigua forma de consumir el sésamo, es a través de pastas que se forman con las semillas molidas. Si se mezclan con agua, obtenemos el tahin; si se mezclan con miel de abejas, se logra el halva, exquisita pasta dulce y energética, ideal para niños y adolescentes. En ambos casos el resultado es un excelente concentrado de energía y vitalidad, que puede consumirse a cucharadas, untado, o combinado con otros alimentos.

Con todas esas buenas cualidades es obvio que debemos dedicar más atención a este tesoro culinario, muchas veces desdeñado o  poco usado en nuestra dieta.







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