lunes, 1 de diciembre de 2014

Cannabis, ¿estupefaciente o medicina? (II Parte)

Sobresale el verde de esta planta
Existen evidencias de que desde el tercer milenio Antes de Cristo (aC), sobre el año 2737 para ser más preciso, ya se usaba con fines medicinales el cannabis sativa, un excelente psicotrópico  originario de la cordillera del Himalaya, en Asia.

Sin lugar a dudas estamos en presencia de una planta con acentuadas propiedades psicoactivas, cuyo compuesto químico  predominante es el tetrahidrocannabinol, también conocido por sus siglas, THC, aunque debe aclararse que contiene más de cuatrocientos compuestos químicos diferentes, que también actúan en el sistema nervioso.


En el transcurso de la historia  el cannabis ha sido empleado como fuente de fibra textil, aceite de semillas y alimento, generalmente, con variedades de bajo contenido en THC, llamadas cáñamo. Su fibra tiene usos variados, incluyendo la manufactura de vestimenta, cuerdas, textiles industriales y papel. El aceite de sus semillas se puede usar como combustible y en la preparación de alimento del ganado.

Sin embargo,  la marihuana, término genérico empleado para denominar a los cogollos de esta planta, que son sus flores femeninas; y el hachís (su resina), extraído del procesamiento de los tricomas glandulares, acumulan altos contenidos de cannabinoides, por lo que son considerados estupefacientes.

Algunos autores afirman que las personas que consumen grandes cantidades de marihuana pueden presentar desorientación, despersonalización, paranoia y probables alucinaciones.

Estudios realizados corroboran que puede producir enfermedades mentales graves como psicosis tóxicas en las que aparecen síntomas como alucinaciones y delirios graves, mientras que otros indican que puede acelerar la aparición de enfermedades psicóticas. Aquellas personas que padecen esquizofrenia están especialmente predispuestas a estos efectos.

Por otro lado, os consumidores de marihuana, de acuerdo a investigaciones científicas,  son más propensos a presentar anhedonia y desorganización cognitiva. Pueden producirse reacciones de pánico. Otros efectos incluyen taquicardia. (continuará)

 


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