lunes, 16 de febrero de 2015

Pan de mono para el mundo (III y final)

Las enormes frutas del boabab
Para muchos el boabab africano, además de su bella estampa natural, encierra un halo de misticismo. Según las leyendas, los árboles solitarios de esta especie albergan espíritus y no es raro encontrar ofrendas a los pies de los ejemplares más grandes.

El uso más reconocido de esta planta, que crece en todas las zonas semiáridas de África, consiste en las propiedades alimenticias del fruto y algunas partes del árbol. De la semilla se extrae un aceite apropiado para cocinar y de la corteza fibras para cordajes y fabricación de papel.


Ahora bien, desde el punto de vista medicinal posee marcadas propiedades como  febrífugo, sudorífico, aperitivo, astringente. Los frutos dan una bebida usada para la fiebre, también se ha empleado para la disentería, puede ser un buen sustituto de la quinina, aunque su sabor es intensamente amargo.

Como dato curioso agregar que Sudáfrica estableció la Orden del Baobab para premiar a sus ciudadanos excepcionales. Las razones que justifican a esta especie vegetal para distinguir con su nombre tan alto reconocimiento están en que es símbolo de resistencia, tolerancia, vida comunitaria y longevidad, además de ser valorado también como manifestación de vitalidad.

La Orden se entrega a aquellos que de manera extraordinaria hayan contribuido con sus  servicios  a la lucha por la democracia y los derechos humanos, así como a la paz y a la seguridad de la nación.

Son merecedores de la misma personalidades asociadas al periodismo, la literatura, las artes, cultura, deportes, la música; innovadores de las ciencias, la medicina y la tecnología. La Medalla se otorga en tres clases: Consejero Supremo de la Orden del Baobab Oro, Plata y Bronce, respectivamente.


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