lunes, 11 de enero de 2016

Antioxidante por excelencia, la grosella (III parte)

Grosellas rojas semejantes a las uvas
Las grosellas son frutas muy conocidas en muchos países de Asia y Europa de donde son oriundas. Las propiedades nutricionales y las preventivas ante determinadas enfermedades las han hecho populares y de gran demanda en los mercados y otros puntos de venta.

De estas plantas existen tres tipos: la grosella roja: (Ribes rubrum L.), cuyas variedades más populares son la Laxto's número 1 y la Red Lake. En estado silvestre se suelen encontrar en torrenteras húmedas y cerca de riachuelos. Son bayas globulosas que crecen formando racimos. Cuelgan del árbol como diminutas uvas translúcidas. Su sabor varía del ácido al agrio y pueden llegar a ser bastante insípidas.


Las negras (Ribes nigrum L.), por su parte, son de sabor amargo y muy ácido, no se suelen consumir crudas. Las variedades más famosas son las Laxton's giant y la Baldwin de cosecha tardía. En Francia las mejores de estas especies florecen en el área de Dijon, donde se usan para preparar el reconocido licor Creme casis.

En tanto, la grosella blanca: (Ribes rubrum)  resultan  poco cultivadas y poseen  color blanquecino o rosáceo, y  las más importantes son la Versailleise Blanche, Blanche Juterborg y Blanca de Holanda.

Estos frutos pueden consumir frescos  al natural o en macedonia. Cubierta de leche y azúcar o mezclados con otras bayas (arándanos, frambuesas, moras y fresas) y crema de vainilla para mitigar su sabor ácido: esta es la mejor manera de tomarla cruda.

Una de las preparaciones más apreciadas a base de grosellas rojas es la gelatina. Con ellas, rojas o negras, se elaboran jaleas, mermeladas y confituras para acompañar cruasanes y mantequilla. El atractivo de sus racimos hace que se utilice como elemento decorativo en todo tipo de platos; en algunos países de Europa sirve de acompañamiento del cordero.

Al elegir las grosellas, en cualquiera de sus variedades, es conveniente fijarse en su color, ha de ser brillante e intenso. Deben encontrarse firmes al tacto y secas, ya que las blandas y húmedas se estropean antes. Se suelen deteriorar por deshidratación, rajado de los pequeños granos que las forman o enmohecimiento. (continuará)




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