Alpiste, ¿solo para pájaros? (II Parte)

Campo sembrado de alpiste

Si bien las propiedades medicinales del alpiste no cuentan con suficientes evidencias científica, la medicina tradicional le atribuye beneficios como hipolipemiante (reductor de lípidos o grasas en sangre), demulcente (moliente: relaja y ablanda las partes inflamadas) y diurético.

En las Islas Canarias, además de aperitivo, se le utiliza como refrescante para los calores, y se le considera remedio para los males de orina y cálculos renales (riñón y vejiga), lo cual es erróneo, ya que por el contrario, contiene ácido oxálico, que atrapa el calcio, formando oxalato cálcico, el cual forma cerca del 80% de todos los cálculos renales.


Sus enzimas tienen la característica de desinflamar ciertos órganos, particularmente el hígado, el riñón y el páncreas. En cuanto al páncreas, no sólo lo desinflama, también puede regenerar sus funciones y, por ejemplo, beneficiar mucho a las personas que padecen diabetes.

En el riñón actúa incrementando la producción de hepatocitos, lo cual ayuda a combatir la cirrosis; y al hígado, tiene la capacidad de recargarlo de enzimas, lo cual estimula su función diurética, que por lo tanto, ayuda a prevenir la hipertensión.

También se usa para tratamientos en hipercolesterolemia y prevención de la arteriosclerosis, y cuando se requiere un aumento de la diuresis, tales como afecciones genitourinarias (cistitis), hiperazoemia (abundancia de sustancias nitrogenadas en la sangre), hiperuricemia, gota, hipertensión arterial, edemas, sobrepeso acompañado de retención de líquidos, gastritis y ulcus (úlcera, sobre todo del estómago) . Uso externo para tratar eccemas.

El modo más empleado es de infusión, extracto seco, extracto fluido, sola o con otras plantas para disminuir la tasa de colesterol en sangre y estimular las funciones de drenaje, hepáticas y renales, entre ellas la alcachofera, cola de caballo, espino blanco, estigma de maíz, menta y pilosella. (continuará)