lunes, 5 de diciembre de 2016

La magnolia, mucho más que una simple flor (I Parte)

Las flores son muy hermosas
En Manacas, el pequeño pueblo donde nací en Cuba,  en mis años mozos se pavoneaba por las calles de la localidad una hermosa mujer. Aunque treintañera, aquella beldad acaparaba las miradas varoniles de quienes la veíamos pasar, mientras en sus coterráneas lugareñas el andar cadencioso y el donaire del porte femenil provocaban todo tipo de comentarios picardiosos.

Magnolia llevaba por nombre aquella belleza manaquense. Sonoro y melodioso les resultaba a todos  la denominación de la joven. Algunos neófitos en el origigen de los nombres decían que provenía de la nomenclatura celestial; por su parte, los entendidos se encargaban de aclarar la naturaleza botánica del apelativo.


Con el tiempo, por simple curiosidad,  quise indagar si existía alguna relación entre las dotes físicas de aquella mujer con la flor de la planta de marra. Al final comprendí que estaba más que justificado bautizar a mi conciudadana con el nombre en cuestión, y no sólo por la exquisitez de su apariencia física, si no también por otras cualidades escondidas a la vista humana.

Magnolia es un género con alrededor de 120 especies de plantas de la familia de las Magnoliáceas, localizadas principalmente en el este de Estados Unidos, México, Centroamérica, sudeste de Asia y Sudamérica.

A la memoria de Pierre Magnol (1638-1715), un botánico de Montpellier, en Francia, se debe el nombre, quien la describió por primera vez. Sin embargo,  la historia da cuenta de que la primicia de la especie identificada de este género fue M. virginiana, encontrada por unos misioneros enviados a Norteamérica en la década de 1680. También allí se encontró la M. grandiflora, ya en el siglo XVIII.

Como dato curioso añadir que el origen de la familia Magnoliaceae data de hace 95 millones de años, incluso se han encontrado especímenes fosilizados de M. acuminata de 20 millones de años atrás. Su evolución comenzó muchos antes que aparecieran sobre el planeta Tierra las abejas, antecedente que llevó a pensar a los investigadores la posible polinización de las flores  realizada a través de escarabajos.

En fin, hablamos de un árbol perennifolio que puede llegar a más de 35 m de altura, ramificado desde la extrema base. Las hojas son simples, ampliamente ovadas, de 12-20 cm de longitud y 6-12 cm de ancho con los márgenes enteros, de color verde oscuro y textura coriácea que se tornan pardos cuando llega el invierno, manteniéndose hasta que las nuevas las reemplazan en primavera. Las fragantes flores son grandes y de color blanco alcanzando los 30 cm con 6-12 pétalos y textura cerosa.

Y para que vea, otra característica distintiva de las flores es la ausencia de sépalos o pétalos; en su lugar poseen tépalos, término que se acuñó para referirse a este elemento intermedio.

El uso más generalizado de la magnolia es como árbol ornamental en las regiones donde los inviernos no son demasiado severos, debido a su origen subtropical. Es muy popular en el sudeste de los Estados Unidos, por sus atractivas hojas y flores.

Por su parte, la madera es  utilizada en la construcción, aunque su lento crecimiento encarece la producción a gran escala. En Costa Rica crece, entre otras, en zonas montañosas de altura, hasta 2 500 metros sobre el nivel del mar, entre las que se encuentra la zona sur de la Meseta Central: El Empalme, Dota y se le puede ver en la reserva forestal Tapantí-Parque Nacional de la Amistad.

Sin embargo, el poder utilitario de la magnolia va mucho más allá del aprovechamiento decorativo en jardines y parques. Son muy notorias las propiedades medicinales para el tratamiento de disímiles padecimientos del organismo humano. (continuará)



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