lunes, 20 de mayo de 2013

El melocotón, fruta de la inmortalidad (I Parte)

El durazno es una deliciosa fruta
Muchas leyendas se han tejido alrededor del melocotón, o durazno como es conocida también la fruta en numerosas regiones del plantea. En China, uno de los países de donde se cree oriundo, se decía que era consumido por los inmortales debido a sus místicas virtudes de conferir longevidad a todos los que lo comieran.

Según la tradición popular en el gigante asiático, Yu Huang o el Emperador de Jade tenía una esposa llamada Xi Wangmu, también conocida como la Reina madre del oeste, que aseguraba la vida eterna de los inmortales alimentándoles con los duraznos de la inmortalidad.

De ahí que trascendiera que los inmortales que residían en el palacio de Xi Wangmu celebraban un excéntrico banquete llamado Pantao Hui o "El festival de los duraznos". Esta grandiosa celebración se llevaba a cabo cada seis mil años, ya que el duraznero echaba hojas una vez cada tres mil años y su cosecha tardaba otros tres mil en madurar. Y como cosa curiosa, las estatuas de marfil que representan a los siervos de Xi Wangmu sostienen a menudo tres duraznos.


Más, misticismo aparte, estamos hablando de una deliciosa fruta que proporciona numerosos beneficios a la salud por sus numerosas propiedades alimenticias y medicinales.

Los melocotoneros, Prunus pérsica por su nombre científico, son árboles de la familia de las rosáceas que crecen en las regiones cálidas de todo el mundo. Como ya se escribió, proceden de la China donde eran muy apreciados por sus cualidades rejuvenecedoras, aunque también los botánicos coinciden en atribuirle su patrimonio a Afganistán e Irán.

De su lugar de origen fue trasladado a occidente por los romanos que lo tomaron como oriundo de Persia y así lo denominaron, “pérsica”. En definitiva Prunus persica, originalmente Amygdalus pérsica, proviene del Latín  malus cotonus, “manzana algodonosa”, en alusión a la piel del fruto.

En tanto, en parte de Hispanoamérica (Bolivia, Chile, Ecuador, Uruguay y Honduras se le suele llamar duraznero, término aportado por el Latín durus acinus, “que tiene la piel dura”, referido a la cáscara.(continuará)



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